viernes, 19 de noviembre de 2010

Teatro del Absurdo y la Crueldad




Teatro del Absurdo.

La Literatura del Absurdo da muestra de la filosofía llamada también del Absurdo de la cual Beckett es uno de los máximos representantes. Aunque más bien a Beckett se le relaciona con el Teatro del Absurdo donde la tragedia y la comedia chocan en una ilustración triste de la condición humana y la absurdidad de la existencia. El dramaturgo del absurdo viene a ser un investigador para el cual el orden, la libertad, la justicia, la "psicología" y el lenguaje no son más que una serie de sucesivas aproximaciones a una realidad ambigua y decepcionante.

Tanto en sus novelas como en sus obras, Beckett centró su atención en la angustia indisociable de la condición humana, que en última instancia, redujo al yo solitario o a la nada. Su influencia en dramaturgos posteriores, sobre todo en aquellos que siguieron sus pasos en la tradición del absurdo, fue tan notable como el impacto de su prosa. Todas las obras tienen en común la presentación de una realidad grotesca.

Teatro de la Crueldad.

En 1938, un guionista, poeta, actor y director de teatro francés llamado Antonin ArtaudEl teatro y su doble, era en realidad una colección de ensayos en los que Artaud trató diversos temas relacionados con el mundo escénico, y entre ellos incluyó uno al que llamó El teatro de la crueldad. Artaud expresó en él su opinión acerca de la excesiva importancia de la palabra y el lenguaje verbal en el teatro de su tiempo. Frente a ello, abogó por un teatro en el que predominara el gesto, la imagen y el pensamiento, mucho más capaces, en su opinión, de despertar los sentimientos y las reacciones del espectador y evitar su complacencia. “No ha quedado demostrado, ni mucho menos, que el lenguaje de las palabras sea el mejor posible”, afirmaba Artaud como colofón a su tesis. publicó una obra en la que arremetía contra las principales convenciones teatrales de su época. La obra, llamada

Con el tiempo, El teatro de la crueldad pasaría de ser el título de un ensayo a la etiqueta de todo un subgénero teatral de importante éxito en el siglo XX. Conviene recordar, no obstante, que el término crueldad no debe llevar a engaño. El objetivo de Artaud no era llenar sus obras de sadismo ni dolor, sino poblarlas de una nueva y revolucionaria determinación: la de mostrar aquellas facetas de la realidad que el espectador no quería ver; y hacerlo de forma directa, austera, violenta si era necesario. El espectador debe quedar marcado por la obra, debe ser sorprendido e impresionado mediante situaciones impactantes.

A pesar de la convicción con la que fueron escritas, las ideas de Artaud no dejaron de ser, por otra parte, sumamente vagas. Así, aunque encontraron el apoyo de numerosos dramaturgos y personas relacionadas con el mundo escénico, cada cual las interpretó a su manera y surgieron diversas tendencias.

Algunos buscaron provocar esas reacciones en el espectador por medios ténicos, deslumbrando a la audiencia a base de utilizar las posibilidades físicas y visuales del medio teatral en toda su potencia. Otros, en cambio, entendieron que las ideas de Artaud se referían a algo más radical, y que el espectador debía ser golpeado mediante escenas brutales, a menudo violentas y desagradables.

Esta última tendencia se denominó en inglés “in your face” (en tu cara) y tiene en Martin McDonagh uno de sus mayores representantes en la actualidad. Peter Weiss, David Marmet, Fernando Arrabal, Harold Pinter, Santiago Roldós y Alejandro Jodorowksy también se han visto fuertemente influídos por el teatro de la crueldad, en alguna de sus varias interpretaciones.


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